domingo, 10 de mayo de 2015

La más Perfecta, con mayúscula

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Es indiscutible cómo nuestras madres marcan nuestra vida, queriéndolo o no dejan su huella imborrable en nuestros recuerdos y visión del mundo, ellas están presentes en los más mínimos e inesperados detalles, en los aromas y sensaciones que evocan tiempos hermosos de la infancia. Por ese motivo, esta entrada es en honor a mi abuela, doña Perfecta de Jesús Landaverde o más conocida como "Mamá Chusita", quien me dejó una herencia (ese Cromosoma Pixie) que atesoro: el deseo por salir adelante a pesar de la adversidad, pues con su ejemplo conocí el enorme valor que tiene el aporte de las mujeres para cambiar de manera positiva la realidad de sus familias.


Doña Perfecta, vino al mundo hace casi 100 años en San José Guayabal, en el departamento de Cuscatlán, cuando otros nombres eran los de moda y la gente se guiaba más por fechas del calendario al elegirlos u otros motivos que actualmente nos parecen peculiares.

"Mamá Chusita" creció en el campo, ahí trabajó en las faenas de la cosecha y la crianza de animales; en su adolescencia viajó a San Salvador a donde empezó a usar zapatos, pues entonces la mayoría de las personas originarias del área rural caminaban descalzas. Nunca aprendió a leer ni a escribir, a pesar de ello con esfuerzo sacó adelante a 4 hijas gracias a su ingenio y talento innato, que le permitieron aprender a coser ropa por si sola y montar un pequeño taller, convirtiéndose así una maquina Singer en su compañera de desvelos y afanes durante buena parte de su vida, pues su meta fue mandar a la escuela a sus hijas para que pudieran superarse.

"Ver oír y callar, si del mundo quieres gozar"; "la paciencia es la madre de la ciencia", esas son algunas de las frases con las que crecí y que escuché durante los 34 años en que pude tenerla a mi lado. Recuerdo con añoranza las tazas de leche caliente o el jugo de tomate preparado a mano por las tardes cuando era niña, los tamales, los dulces típicos, la gallina india y su admiración profunda por Pedro Infante.

Vivió 93 años y hoy ella está presente en el canto de los pájaros que tanto amaba, la serenata de las chicharras en Semana Santa, el olor a flor de coyol en el Día de la Cruz y los nacimientos en Navidad, fiestas que celebraba a toda pompa y en las que eran infaltables los altares decorados con adornos de papel, flores, frutas, aserrín, muñecos de barro, dulces típicos, algodón, toda y cada una de las cosas que hoy en mi visión del mundo caracterizan esas fechas gracias a su huella.



cromosoma pixie

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